domingo, 18 de mayo de 2008

Un pisco con Neil Young

Anoche Soñé con Neil Young. En el sueño estaban también mis amigos Francisco y Andrés. Recuerdo un concierto. Música moderna, gente joven. De pronto Neil, que en el sueño estaba joven también, le toca subir al escenario. Se sienta y empieza a tocar la guitarra. Los jóvenes sudorosos por el baile ven como empieza a cantar y exaltados aún por los sonidos distintos y acostumbrados a otra música, empiezan a abuchearle de manera desalmada. En primera fila los muchachos y yo sorprendidos por todo, sólo atinamos a acercamos más al escenario, delante de nuestro héroe. Neil termina la canción y con mucha dignidad se despide del público y baja unas escaleras de madera algo cabizbajo. Al bajar las escaleras lo abordamos, lo saludamos con emoción pero eso parece no animarle mucho. Yo me acerco a ese grandulón de pelo largo y le doy una palmada en la espalda, se le ve bastante triste, le digo que lo mejor es que salgamos de ahí y vayamos a caminar un poco. Francisco le toma el hombro, lo mira a los ojos y le da unas convencionales palabras de aliento en un tono súper serio que terminan sonando bastante cómicas en la voz de Francisco. Andrés agrega que deje esa cara como de la portada del primer disco y todos reímos y salimos finalmente del lugar. Vamos los cuatro caminando por calles vacías, silenciosas e iluminadas perfectamente por el alumbrado público. Conversando poco y caminando mucho. Es raro, es como que Neil se convierte en otra persona y nos olvidamos que es nuestro héroe. Por instantes vuelvo a ser consciente de quien es y lo que significa para mí, y empiezo a alegrarme con la idea de que agarre su guitarra y nos cante un poco. Es como que tengo ganas de pedírselo, pero solo atino a preguntarle: “¿Neil, tu eres quien responde a los fans de tu página en Facebook?” y se ríe bastante y responde que sí, que sus fans son muy impacientes. Me gusta saberlo pero me siento un poco tonto por preguntar eso. Y sobre la cantada nada, no quiero ser otro admirador impaciente. Neil es tranquilo, habla poco y es quien termina alegrándonos la noche a nosotros. De pronto Neil Young, un muchachón de perfil bajo, camisa a cuadros sin mangas, se ha convertido en nuestro mejor amigo. Entonces Andrés propone que vayamos a por un pisco, para celebrar el estreno de nuestra amistad con el gran Young. Le contamos emocionados sobre cómo lo pone a uno de contento unas bocanadas de pisco, de cómo hace magia en el estado anímico, esa alegría única y la música en el paladar. Es cuando Neil nos sorprende una vez más y nos cuenta que ya conoce el pisco desde hace algún tiempo y que hay un viejo pisquero en Ica que le regala botellas a cambio de canciones. Todos nos alegramos y vamos con mayor ánimo a por el pisco. Es cuando la ansiedad de oírlo cantar es tan grande que termina por despertarme y dejar ese mágico encuentro en recuerdos. Me hubiera gustado quedarme ahí. Para sacarme el clavo me pongo a oír “Comes A Time” y a pensar que estarán haciendo el viejo Neil, Francisco y Andrés en estos momentos, además de aparecer en mis sueños y hacerme tan feliz.


No hay comentarios. :