martes, 12 de agosto de 2008

Las testigos, el árbol y el guitarrista gitano.

Luego del paseo dominguero con Harpo y Dharma, mientras me preparaba para desayunar oyendo la primera canción de un disco de Django Reinhardt: tocan la puerta. Los perros como siempre ladrando mucho y yo como siempre pidiendo que se calmen. Abro la puerta y me encuentro con dos señoras y un bebe en un coche. El día es soleado pero corre una brisa fresca. Una de las señoras me pregunta si estoy preparado para el fin del mundo. Yo pienso de pronto en aquello de “creo que esta vez no le voy a poder pagar la renta señor barriga” y mientras sonrío respondo: eso creo. Al observar que ella toma un pequeño panfleto con un contenido que ya he tenido oportunidad de ver antes, le digo:

-No gracias, no estoy interesado.

Porque la verdad es que si lo tomo y le digo que gracias pero no tengo tiempo y le prometo leerlo: ella se iría tranquila y yo volvería a la música y el desayuno. Pero nunca leería el panfleto y terminaría en el tacho como toda la correspondencia y publicidad que recibo. Mejor que lo guarde y se lo de a alguien que le pueda sacar provecho.

-¿Por qué no está interesado?, ¿puedo saberlo?- Me pregunta de manera educada y amable.

-Pienso de otra forma –le respondo del mismo modo- respeto mucho a las personas que buscan un camino espiritual. Pero no estoy interesado. Gracias.

Entonces ella me pregunta sobre mi forma de pensar. Es una buena pregunta. Yo hago un esfuerzo por resumirlo y así alcanzarle la versión corta. Me apropio de algunos conceptos suyos para etiquetar mi manera de experimentar la vida espiritual y sea así más digerible. Entonces ella de una manera muy hábil intenta relacionar las cosas que le digo con su manera de pensar, pero siempre muy pegada a la letra. La conversación se alarga. La otra señora no dice nada, solo sostiene una sonrisa. Django Reinhardt sigue tocando la guitarra y amenizando la mañana dentro de casa. De pronto ante la avalancha de pasajes hago uso de: “voy a ser muy sincero” y le cuento de mi desconfianza por las palabras y los conceptos. Ella trata de explicarme que las palabras en su libro son sagradas, palabras de Dios nada menos. Yo respeto que ella crea eso, pero le explico que para mí las palabras son el limitado lenguaje de los hombres, que Dios es muy grande como para limitarlo a palabras y conceptos de nuestro también limitado entendimiento.

Entonces ella pregunta: ¿quien es Dios para usted? Es otra pregunta grande. Yo le digo para empezar que para mi Dios no es alguien, una persona. Para mi Dios es el Sol, la Tierra y la vida en general. ¿Ves? Son palabras, etiquetas, las palabras son limitantes por eso es que desconfío. Luego agrego: para mí esto es Dios y señalo el árbol de la casa que nos da sombra. ¿Es maravilloso no crees? Es una genuina manifestación de Dios y a estado aquí todo el tiempo, en silencio junto a nosotros. Entonces ella me pregunta (como es lógico) en que me baso para decir que el árbol de la puerta de mi casa es una manifestación de Dios. Pues ella se basa siempre en su libro. Entonces pienso y veo que el bebe que está sentado en el coche empieza a romper las hojas de la pequeña planta que esta junto a la puerta de casa y respondo: me baso en mis sentimientos, en mi corazón. Y en mi sentido común, agrego. Ella hace el gesto como una sonrisa y encuentra en su libro un pasaje que habla del tema. Me sorprende su habilidad para encontrar pasajes en su libro. Todos con alguna concordancia conceptual con la conversación y particularmente con mis puntos de vista, pero siempre como tratando de corregirme. Entonces le digo:

-A las palabras se las lleva el viento y de buenas intenciones esta empedrado el infierno. Finalmente lo que importa es lo que hacemos con nuestro tiempo. Nuestras acciones. Por ejemplo yo respeto la vida, y por esa razón compro leche de soya, pues una vaca lechera tiene 20 años como promedio de vida y en una fábrica de leche donde es explotada vive solo 4. Para mi eso es una crueldad y una falta de respeto. Y ese es un ejemplo chiquito de miles de casos de crueldad similares, financiados, lamentablemente, por todos nosotros. El dinero que me gano trabajando, no se lo doy a quienes tratan a los animales, tan hijos de Dios como nosotros, de manera tan cruel. Y así ando en la tarea de respetar y cuidar la creación de Dios.

Entonces me lee otro pasaje de su libro. Su habilidad me sorprende. La felicito. Todo lo que me lee está relacionado de alguna manera con lo que digo. Pero finalmente siempre sostiene que necesito de la palabra de Dios (como ella la conoce) dejando claro como que sin la palabra de Dios estoy perdido, en un error. Entonces haciendo un esfuerzo por ser más directo y crudo le cuento de cómo las organizaciones religiosas me decepcionan un poco. De cómo no se tocan temas de ecología o tratamiento ético a los animales por dar un ejemplo (pienso mucho en ello últimamente). Pero siempre haciendo hincapié en el respeto sincero que tengo por quienes toman un camino espiritual y piensan y sienten distinto a mí, sin que eso los ponga en un error o falta. Si realmente te hace feliz tu organización religiosa es maravilloso, pero lo que hacemos con nuestro tiempo es lo que termina valiendo, más allá de lo que creamos o digamos. El niño siempre jalando las hojas de la planta. Pienso en decirle que le enseñe al pequeño a no maltratar a las planta sin razón, pero opto por el silencio. Ella lee unos pasajes más, los escucho siempre con atención, la verdad encuentro ideas interesantes, valores universales, pero nunca terminan de convencerme, todo es como que hay que pensar que la vida es de la manera que ellos dicen y lo siento muy cerrado. Como que todo ya está dicho y tenemos que alinear nuestros pensamientos y sentimientos a esa “verdad”. Finalmente me doy cuenta de algo: ella no me respeta. Me tolera pero no me respeta pues piensa que yo de algún modo estoy equivocado y ella tiene una verdad universal a la que aparentemente estoy condenado a no ver. Y esa es la gran diferencia que tenemos. Entonces le digo:

-Mira quizá todo lo que tu dices sea cierto y yo lamentablemente no lo puedo ver. Te entiendo, sería una lastima. Pero quizá no. Personalmente no puedo asegurar nada. Pero si sé que respeto tu libertad por creer lo que tu quieras, lo que te haga más feliz, mientras eso no afecte negativamente tu vida ni la de otros, esta bien para mi. Yo me esfuerzo por hacer las cosas lo mejor que puedo. Y ser feliz en ese baile. Pero a mí me parece que en el fondo tu no me das ni el beneficio de la duda, para ti estar fuera de tu franquicia de Dios –quizá eso fue muy duro - ya me convierte en una persona bien intencionada pero que no voy a ser feliz en el reino de los cielos porque no tengo el carné ni las cuotas pagas. No me parece muy justo la verdad. Sinceramente no creo que las cosas tengan que ser así, menos si se esta hablando de Dios. Todo me suena más a cosas de los hombres.

Entonces las diferencias entre nosotros fueron ya muy grandes. Me agradeció por mi tiempo. Siempre muy amable. Yo la felicité por su habilidad para citar su libro y le di las gracias por su tiempo también. El bebe soltó la planta. Django Reinhat ya se había callado. La otra señora nunca dijo nada pero sospecho que lo de las vacas lecheras le interesó un poco. Cerré la puerta, regresé a la mesa y la leche de soya ya había hecho estragos con el cereal. Harpo y Dharma se mostraban como voluntarios para sentarse en mi lugar y comerse mi comida. Pues a la hora de picar pueden ser los más vegetarianos. Puse el disco del buen Django Reinhardt una vez más. Estaba agotado por la conversa. Me senté y comí mis cereales húmedos, flácidos y tristes.

"Sweet Sue - Just You" / Django Reinhardt

2 comentarios :

satellite of love dijo...

postea mas a menudo, siempre encuentro textos interesantes aqui.

carpote dijo...

Gracia por la buena onda Satellite, a más tardar el Domingo estoy posteando algo nuevo.
Saludos.


carpote